Uno de los rasgos más característicos de este período en indumentaria masculina fue la utilización de prendas bifurcadas para las piernas (pantalones), de las que había dos variantes: las calzas y los calzones. Los pueblos germánicos que acabaron con el Imperio romano de Occidente introdujeron la práctica de coser la ropa y usaban prendas de lana, generalmente una túnica corta de mangas largas, chaqueta barça unos calzones largos o pantalones -que adoptaron los soldados romanos tras la conquista de la Galia- y un sayo sobre los hombros.