La revolución favoreció un curioso fenómeno entre los detractores del proceso modernizador en Francia, nostálgicos de un pasado perdido que rememoraban con añoranza. Su referente era el vizconde de Barras, miembro del Directorio y destacado por su afectación en el vestir. También fue popular la chaqueta Spencer, inicialmente masculina pero adoptada luego por las mujeres. Aun así, hacia 1908, el surgimiento de las faldas tubo (hobble skirt), unas faldas rectas y estrechas inspiradas en el estilo Imperio, conllevó el uso de corsés tipo faja, lo que redujo de nuevo la movilidad de la mujer.