Esta indumentaria típica continuó casi inalterada hasta el siglo XIX, cuando el sultán Mahmut II introdujo el estilo occidental de vestir. Con el estilo Art Nouveau se incorporó una hebilla de corte ornamental. En estos años empezó a despuntar la moda inglesa, con un tono más vanguardista que la francesa, como los estampados geométricos inspirados en el op art o las prendas que imitaban los trajes de los astronautas. La vestimenta otomana se completaba con el turbante, unas piezas de tela de lino o algodón que se enrollaban en la cabeza alrededor de una gorra de seda brocada.