La Reina de Corazones se siente intrigada por el gato y al verlo, como era su costumbre, ordena que le corten la cabeza. Como adornos llevaban collares, brazaletes y alfileres en el pelo. Todo el mundo jugaba sin ningún orden, discutiendo continuamente; los erizos escapaban cuando podían, y la Reina de Corazones ordenaba que le cortaran la cabeza a todo el que se le ocurría hacerlo. El verdugo y la reina se confunden terriblemente, pues el gato sólo había hecho aparecer su cabeza y no era evidente que hubiera un cuerpo de donde cortarla.