Westmoreland solicitó y obtuvo más soldados. Así lo comprobaron los soldados españoles cuando aterrizaron en Saigón en abril de 1966. Los edificios oficiales se veían protegidos por sacos terreros, el autobús que los transportaba llevaba las ventanillas cubiertas por rejas para impedir la entrada de granadas. El Ejército de los Estados Unidos defendió su actuación alegando que había luchado bien.