En esta centuria adquirieron gran relevancia los adornos para el cuello, como la gorguera, un tipo de pañuelo fino que cubría el escote y el cuello, de color blanco transparente. Los vestidos eran de color azul por el cielo, amarillo por la tierra, rojo por el sol o blanco por la luna, según la ceremonia. Llevaban guantes largos de seda o cabritilla, así como capas con capucha o cofias de batista.