En el calzado, en esta centuria se llevaban zapatos de cuero de color negro o marrón, con diversos motivos ornamentales: hacia 1630 se decoraban con unas grandes escarapelas; hacia 1670, se ataban con grandes lazos, que sobresalían por los laterales del zapato; y, hacia 1690, se usaban unas lengüetas altas, sudadera barça dobladas sobre sí mismas. El vestido femenino se componía de taparrabos y strophium -antecedente del sujetador-, sobre el que iban dos túnicas, la subúcula, larga hasta los pies y sin mangas, y el supparum, túnica corta semejante al quitón griego, que podía sustituirse por la stola, túnica de mangas cortas, o la palla, un paño rectangular sujeto al hombro por fíbulas.