La vestimenta otomana se completaba con el turbante, unas piezas de tela de lino o algodón que se enrollaban en la cabeza alrededor de una gorra de seda brocada. En la segunda mitad del siglo empezó a extenderse el uso del cinturón, un complemento de origen militar -servía para llevar armas- que se extendió a las prendas de ropa para ceñir el talle. En la India se trabajaba la lana y el algodón para vestidos y tapices, mientras que la seda se importaba de China.